Apostar por el norte de Portugal siempre es un acierto. Entre Oporto y Coimbra se encuentra esta ciudad relativamente moderna que destaca por su “art nouveau”. A diferencia de otras ciudades portuguesas donde los edificios se caracterizan por su decadencia y vejez (lo que precisamente les aporta ese encanto especial), Aveiro está bastante bien conservada.

Es una ciudad colorida con alma de pueblo que se puede recorrer en apenas un día. Atrae por su aire bohemio y sus canales, que la han catalogado como la Venecia portuguesa. Lo cierto es que aunque este apodo sea bastante recurrente, no puede compararse con Venecia. Sin embargo esto no es algo negativo, Aveiro tiene su propio encanto y puede presumir de la calma y tranquilidad que le falta a la famosa ciudad italiana. 

Un poco de historia

La ciudad de Aveiro adquiere importancia en el siglo XV debido a su conexión con el mar. Fue una entrada y salida de comerciantes que abrieron Portugal al mundo. Además, la cercanía de sus salinas y su situación privilegiada frente al Atlántico hicieron prosperar a esta pequeña ciudad.

Pero en 1575 un fuerte temporal destruye todas las instalaciones de la ciudad, por lo que no se pudo conservar el puerto original. No fue hasta el siglo XIX cuando los pescadores de la zona forzaron la construcción de canales que permitieran conectar la ría con el océano. Esta reciente transformación convierte a Aveiro en una ciudad singular y radiante.

Un paseo por sus calles

Aveiro es mucho más que una ciudad trenzada por sus canales, su verdadero encanto se encuentra perdiéndose por sus pequeñas calles. La ciudad crece en torno a la plaza de la República, desde donde se llega hasta la plaza del Ayuntamiento y la Torre del Reloj.

También hay que caminar por el casco viejo donde encontraremos la catedral de la ciudad, del año 1464 y que en el siglo XIX llegó a ser un cuartel militar. Enfrente tenemos también el Museo de Aveiro con una gran colección de pinturas, esculturas y azulejos en su interior.

Aquí parece como si cada casa tuviera su propia historia y uno pudiera pasarse horas mirando los azulejos que las adornan, pues no debemos olvidar que estamos en Portugal. 

De hecho, durante el siglo XIX, los portugueses también vistieron de azulejos algunas de sus iglesias más icónicas como la de la Misericordia.

Moliceiros

Sin duda el mayor reclamo de la ciudad es un paseo en moliceiro a través de los canales que cruzan la ciudad. Los moliceiros son unas embarcaciones parecidas a las góndolas venecianas pero con la gran diferencia que funcionan a motor. Estos coloridos barcos tienen en sus extremos dibujos que retratan escenas de la vida cotidiana. Son guiados por los “timoneiros”, quienes desgranan parte de la historia de la ciudad durante la visita.

El barrio de pescadores

A tres pasos del casco histórico de Aveiro se encuentra este pintoresco barrio, alzado justo en frente del canal. Aquí muchas antiguas viviendas de pescadores se alternan con edificios más nuevos. 

En esta zona también se encuentra el Mercado do Peixe, todo un emblema arquitectónico de la ciudad. Este lugar lleva 100 años siendo una de las lonjas de referencia de Portugal. Los restaurantes de esta zona son una apuesta segura para probar el mejor pescado y marisco de la zona.

Costa Nova


Para descubrir los alrededores de Aveiro es necesario moverse en coche. En muy pocos minutos se puede visitar la playa de Costa Nova, un inmenso arenal de fuerte oleaje y enormes dunas.  Aunque su estampa más famosa es la de sus antiguas casas de pescadores pintadas a rayas rojas, verdes, azules o amarillas.

Dunas de Sao Jacinto

La Reserva Natural de las Dunas de Sao Jacinto es el rincón más salvaje de la ría de Aveiro. En sus 700 hectáreas se encuentra uno de los paisajes más bonitos del norte de Portugal. Aquí las dunas junto con el oleaje y el viento consiguen poner a cualquiera la carne de gallina.

Desde Aveiro se puede ir en coche hasta Forte de Barra y desde ahí coger un ferri o bien dar un rodeo de casi 50 kilómetros por carretera. En ambos casos se tarda lo mismo, cerca de un hora desde Aveiro.

Passadiços do Paiva



A una hora de Oporto y una hora y veinte de Aveiro se encuentra esta gigantesca red de pasarelas a través de uno de los cañones fluviales más espectaculares de Portugal. Las pasarelas del Paiva son todo un referente en el senderismo y el lugar perfecto para disfrutar de la naturaleza. Se sitúan dentro del Geoparque Arouca, uno de los espacios de mayor interés natural de Portugal.

Estas pasarelas se extienden entre las playas fluviales de Areinho y Espiunca a lo largo de 8 kilómetros. El trazado recorre el margen izquierdo del río Paiva y se puede hacer de dos formas: ida y vuelta o bien en un solo sentido regresando al punto inicial en taxi o en  jeep. 

Si se decide comenzar en Areinho, el tramo más duro de la ruta se realizará justo al principio y el resto del trayecto será un descenso progresivo que nos ofrecerá una vista panorámica inmejorable del recorrido. En total el camino lineal lleva unas dos horas y media entre subidas, bajadas y paradas para contemplar el paisaje y sacar alguna que otra foto.

Durante el recorrido nos toparemos con el famoso puente Arouca 516. Es el puente colgante más largo del mundo con 516 metros de longitud, de ahí su nombre. No es apto para personas con vértigo, pues se eleva a 175 metros de altura sobre el río y su suelo está construido en rejilla metálica. Sin embargo, los más valientes podrán divisar desde aquí una preciosa vista de la cascada del río Aguieiras y la garganta del río Paiva.